Nuestro amigo valverdeño afincado en Osuna, nos envía la crónica de lo acontecido en la Corrida de Toros del pasado sábado en la ciudad sevillana. Desde aquí le agradecemos enormente su colaboración habitual con este blog.
Había montado la empresa un cartel muy del gusto de la afición ursaonense para esta feria, con dos figuras por delante y el local Ángel Luís Carmona, que se había ganado su inclusión con todo merecimiento, después de despachar con sobresaliente éxito él solito un corrida de seis toros el pasado cuatro de octubre, cerrándolo. Yo no lo ví entonces, pues preferí ver el cierre de temporada en Las Ventas de Castella, Morante y Aparicio, pero me tuvieron al tanto de lo que pasaba en osuna notables aficionados digno de crédito. Me alegré mucho del triunfo de Carmona, pues aparte de ser amigo he seguido su trayectoria desde que daba los primeros muletazos en la escuela taurina. Torea poco, y se nota en la plaza, pero el domingo se midió a dos figuras postineras (Morante y Cayetano) y no salió deslucido.
Y aunque no pudo competir con Morante, si pudo hacerlo en “bisoñez” con el tal Cayetano, que, he comprobado en esta corrida que su evolución es notable: ha pasado del Michu al Parvulito. Ya corre la mano con largueza y trae enganchado a los toros (que no es poco), pero alguien debe decirle que el cuerpo es un elemento plástico en el toreo y que debe utilizarlo para darle armonía a las suertes. Belmonte decía que para torear bien hay que olvidarse del cuerpo, pero Cayetano no es que se olvide del cuerpo, es que parece que lo deja a un lado y no se acuerda de él más que para los desplante o para Arman. Cortó tres orejas, como sus compañeros, y salió en hombro para júbilo de los extrataurinos. Si este chico estuviera empezando, o hubiera llevado un aprendizaje duro por esas plazas, yo estaría alborozado con su evolución, pero tiene una edad (treinta y tres tacos) en la que ya están los toreros dando lo mejor de si y este todavía va por la caligrafía pautada. Curro Vázquez tiene mucho trabajo que hacer y muchas cosas que pulir ¡Los que quieran verlo, que no tengan prisa! (Como verás, he cambiado el sentido de la frase que El Guerra dijo sobre Belmonte en sus comienzos).
Los seis torito de Lagunajanda que salieron fueron muy a modo de los matadores en tipo, bravura y fuerza, pues aquí no esperamos ver nunca una corrida con cuajo porque no. No es plaza como la nuestra ni la afición respondería a otras cosas que no fueran los figurones de turno. Cada plaza tiene su aquel, pero combina con acierto lo mediático con primeros espadas y la empresa cada año consigue llenar una buena parte de los asientos. No se podrá quejar en esta, que se llenó hasta sus dos terceras partes bien cumplidas, y todo el mundo salió contento: la empresa, los toreros, el mayoral y el público. Una estupenda tarde de toros.
Y dejo para el final a Morante. De su toreo se dice que es a cámara lenta, que detiene el tiempo, que es al ralentí… y otras cosas por el estilo. Pero yo te puedo decir que Morante torea como torea porque lo hace como sumergido en un líquido algo más denso que el agua. ¿O es el aire el que se adensa en el temple? No lo sé. Pero es indefinible la atmósfera que crean sus lances o sus muletazos. Indefinible. Torea con el cuerpo y con el tiempo. Sus movimientos son medidos y ajustados. Nada es estridente ni impostado en él. Es pureza. Es naturalidad. Es gracia toreadora. Es control sobre sus movimientos y sobre los movimientos del toro. Ambos saben donde está el otro a cada instante. Se buscan. Y se encuentran en el centro de cada suerte para delirio de la afición. Los toros aman apasionadamente a este Morante, no me cabe duda. ¡Qué cortara tres orejas! ¡Qué más da! Si torear es jugar, en Osuna vimos a un Morante absolutamente lúdico.
Manuel Sánchez de los Santos
1 comentario:
Como siempre acertando. Morante es mucho Morante.
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