En la noche de ayer, como ya anunciamos, tuvo lugar en el Teatro Municìpal de Valverde del Camino una mesa redonda titulada "Antonio Mondéjar, 25 años después", con la participación de Cipriano Díaz, Vicente Parra, el banderillero Pedro Santiponce y el protagonista, actuante en la novillada del 16 de agosto de 1985, Antonio Mondéjar.
La mesa redonda, que comenzó con media hora de retraso, estuvo moderada por Vicente Parra quien junto a Cirpiano Díaz nos trasladaron 25 años atrás, contándonos los entresijos de última hora sobre la organización de aquella novillada que se celebró con un cartel completamente disitinto al que en un principio se anunció.
Todo ello sirvió para poner el toro en suerte y dejar que Antonio Mondéjar contara de primera mano sus impresiones sobre aquel día que recuerda prácticamente como si hubiera ocurrido ayer. El murciano nos contó como su apoderado, Manolo Acevedo, le llamó a Murcia la noche antes para sustituir a Rafael Camino, que tuvo que ser operado de urgencias en Francia por un dolor de apendicitis. Sin embargo, cuando llegó a Valverde el 16 de agosto a las 4 de la tarde, después de más de 10 horas de viaje, se encuentra con la sorpresa de que en un gran cartel se anunciaba, en la puerta de la plaza de toros, que dicho novillero mataría los seis novillos en solitario y para colmo de males la ganadería no era la de Carmen Villadiego, anunciada en primer lugar, sino la de... D. Tomás Prieto de la Cal. Imagínense como estaría el torero por dentro. Mejor no pensarlo.
Antonio se armó de valor, como tienen que hacer los buenos toreros, y él en aquella época era de los de arriba de su escalafón, y toreó una novillada cargada de complicaciones y con un trapío de una corrida de toros para plaza de primera categoría. El primero de la tarde fue el único que no estaba errado con la A de la ganadería onubense, en su lugar lidió un novillo de Soto de la Fuente al que le cortó una oreja, que resultaría la única que cortara en aquel festejo ya que al sexto, el mejor del encierro, no pudo matarlo porque le propinó un fuerte golpe en la mandíbula que le hizo perder el conocimiento y cuando despertó se encontró "en una enfermería que debía estar en un colegio porque recuerdo ver incluso una pizarra" (se econtraba en el cine, la Sala Tifanny`s).
La velada de anoche fue dinámica, entretenida y permitió al publico que llenaba la sala 2 del teatro, rememorar con todo lujo de detalles, todo lo que ocurrió en menos de 24 horas y que tuvo como protagonista a este murciano que reconoció la importancia que personalmente tuvo para él en su carrera dicha novillada.
Pedro Santiponce puso la nota más divertida de la noche al contar con un estílo propio, como aquel banderillero que iba en las filas de, nada más y nada menos, Paco Ojeda en 1985, se vino a Valverde para torear por la amistad que tenía con el torero y su apoderado incluso sin cobrar, después de haber echo frente durante toda la tarde a los antagonistas que salieron por la puerta de toriles.
Al final José Mª Conejo le entregó una placa recordando dicha novillada y agradeciendo su presencia en estas XII Jornadas Taurinas Valverdeñas, organizadas por la peña "Palco de Ganaderos".






El manchego Sánchez Vara se erigió en triunfador de la tarde cortando un total de tres orejas, fue el más completo y el que más carne puso en el asador, al menos de cara al gran público. Hizo quites, recibió al quinto de tres largas cambiadas en el terció ,banderilleó bien y mató de forma efectiva. Su faena de muleta al segundo de la tarde la comenzó doblándose por abajo con su antagonista y aunque al filo del pitón sí es cierto que gracias a la bravura del astado, que repetía con codicia, le sacó tandas de mucha transmisión por el pitón derecho , en el que fundamentó su quehacer muleteril. Lo mató de una estocada en buen sitio y cortó dos orejas. Al quinto, después de recibirlo con tres largas cambiadas de rodillas, siguió toreándolo de capote a la verónica para rematarlo con una media. Hizo un quite por delantales y en banderillas, al igual que en su primero estuvo portentoso dejando un segundo par cuadrando en toda la cara y un tercer par cuando el animal apretaba, en todo lo alto, que hicieron poner al público en pie. En la muleta el toro acusó la actividad de los tercios anteriores, y empezó a mostrar atisbos de mansedumbre buscando las tablas, pasando sin recorrido por la muleta y protestando al segundo muletazo. Sánchez Vara hizo una faena sin apreturas, por alto, pero... estuvo ahí. Mató de una estocada caída y recibió de la presidencia una oreja.






